¿Se acuerdan del repor que publiqué hace unos ¡años! sobre los mausoleos de los marqueses de Aguilar? Pues tenía un fallo.

Terceros marqueses de Aguilar.
CUARTOS (no segundos) marqueses de Aguilar.

Supongo que la poca experiencia del momento, que todavía no sabía hacia dónde quería focalizar este blog, y que en el siglo XVI también se tenía la manía de bautizar a hijos con nombres de padres, me hizo confundir al cuarto marqués de Aguilar, Luis Fernández Manrique de Lara, con su abuelo, Luis Fernández Manrique de Lara.

Indagando más profundamente en la genealogía me he percatado de un detalle. Sus cuartos apellidos difieren de uno a otro. Mientras el segundo marqués se apellida Almeda-Noroña (o Noroña a secas), el cuarto es Pimentel.

Un dato que podría haber tenido parte en el desaguisado es el nombre de las marquesas. Ambas se llaman Ana y la placa que acompaña a la tumba no es muy esclarecedora. Justo cuando se ponen a hablar de Ana la sillería del antiguo coro tapa la información. 🙁

Para que no haya confusiones el segundo marqués casó con Ana Pimentel y Enríquez. El cuarto marqués lo hizo con Ana de Mendoza y Aragón.

Y ya puestos, en plan frívolo, fijarme en los estilismos capilares de los señores me habría brindado una nueva pista. El marqués «confundido» adorna su testa con el típico peinado de la corte de Felipe II. Luis Fernández Manrique de Lara y Pimentel habría sido un trendsetter del momento si hubiera osado cortarse el pelo de tal manera en la época de los Reyes Católicos, casi dos siglos antes, donde el estilo paje (como el del doncel de Sigüenza) era el dominante.

Peinado y barba cortos, muy a la moda entre los nobles del siglo XVI.

Con lo fácil que sería para todos poner una cartela concisa como la que aparece en el arcosolio de los terceros marqueses, ¿no les parece?

Les aconsejo que lean el artículo reconstruido para que su información sea la correcta.

Mis y mil disculpas,
Cal.

PD. Estén atentos al último día de este mes de agosto. Habrá nuevo post… No hay nada como decir que no volveré hasta septiembre para que en agosto me haya currado dos entradas. Tengo el don de la contradicción, supongo. 😉

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