Hagamos un recuento para refrescar la memoria. Desde que el Cid murió en el año 1099 hasta la fecha en la que nos encontramos -1808, en plena Guerra de la Independencia- los restos mortales del héroe medieval ya han sufrido ocho traslados. Cierto que la mayoría de ellos se llevaron a cabo dentro del monasterio de San Pedro de Cardeña. Es a partir de que el general Thiébault asumiera el gobierno y capitanía de Castilla la Vieja (con sede en Burgos) cuando el baile pasa de ser un apacible vals a convertirse en un polka.
De todos es sabido que a los humanos nos gusta borrar las huellas de anteriores dinastías cuando nuevos gobiernos acceden al poder. El paso de los franceses por la península ibérica acarreó un gran destrozo en nuestro patrimonio cultural. El monasterio cardeñero no se libró del saqueo. Los huesos de don Rodrigo y doña Jimena acabaron dispersados por la capilla de San Sisebuto tras la invasión de las huestes del conde de Lasalle. Los destrozos que se infringieron en los sepulcros ya los han podido ver en la primera parte de este post.
La visita del general Thiébault a San Pedro de Cardeña le deja escandalizado y, no se sabe muy bien si queriéndose aprovechar de la oportunidad política o por una profunda admiración hacia la figura del Cid, empieza los trámites para procurarle un nuevo emplazamiento.
En la misma época que Thiébault el barón Vivant Denon también fue de visita al lugar. Le acompañaba Benjamín Zix que fue creando su propio cuaderno de viaje en el que no faltaron apuntes sobre el Campeador. En dicho cuaderno proclama a Vivant como el «salvador de las reliquias cidianas» e incluso hacen pintar un cuadro al más puro estilo ser o no ser shakespiriano de tal momento.
Vivant Denon en Espagne, remettant dans leurs tombeaux les restes du Cid et de Chimène. Alphonse Roehn, 1809. Mussée du Louvre, París (ref. 1988-52). |
Como tantos otros hitos en la vida del Cid el momento es más fantasía que realidad puesto que Thiébault se había adelantado al barón meses antes recogiendo los restos en un lienzo y protegiéndolos en su propia casa mientras se comenzaban las obras de un nuevo lugar de reposo (ahora les cuento). Aún así todavía circula el testimonio de que en el Mussée-Hôtel Bertrand en Chârteaurox (Francia) está un relicario donado por Vivant Denon en el que se depositan restos óseos. El relicario existe, pero de ahí a que contenga los huesos… Ya les comenté con anterioridad que la osamenta del castellano daría para un libro.
El general Thiébault propone la construcción de un moderno mausoleo en un nuevo emplazamiento para albergar los restos del Cid y su esposa. Esta vez saldrán de Cardeña para situarse en el Paseo del Espolón burgalés entre los puentes de San Pablo y Santa María secundados por hileras de álamos, a orillas del Arlanzón.
En Abril de 1809 se prepara una ceremonia llamativa, a la que no acudirá ninguna jerarquía eclesiástica, en la cual se colocan los restos dentro de varias cajitas que a su vez serán colocados en la antigua urna traída desde Cardeña. El sepulcro estaba situado sobre un pedestal y culminaba en una pirámide coronada. Cuatro placas, en francés, español y latín, circundan la tumba. Desafortunadamente no tenemos imágenes que nos puedan dar idea de cómo fue realmente esa nueva instalación. El general afirma que los dibujos fueron preparados por su ayudante Valier, pero la autoría del monumento se atribuye a Manuel de Eraso, que por entonces era maestro de obras y director de la Escuela de Dibujo de Burgos.
Tras la la expulsión de los franceses del territorio español las placas en francés son destruidas y se empieza a temer por la conservación del monumento. En 1816 los monjes regresan al monasterio cardeñero y solicitan la vuelta de los huesos a su lugar de origen. Los trámites se extienden hasta el año 1826 y mientras tanto los restos descansan en el mausoleo francés. Justo antes de emprender la marcha hacia Cardeña son expuestos los restos en las Casas Consistoriales. Una vez cerradas las cajas regresan con honores y escolta militar bajo la tutela de los monjes benedictinos.
Podría ser este un final feliz, ¿verdad? No lo crean: en 1840 llega Mendizábal y su desamortización. El monasterio queda abandonado. Precisamente en ese año se inicia el papeleo para trasladar nuevamente a Burgos los restos del Cid y Jimena dentro del sepulcro cardeñero por parte de la Junta Provisional de Gobierno y el Ayuntamiento burgalés, pero no hay cash para tal acción. Por miedo a una nueva profanación de los restos del héroe en 1842 se extraen las cajitas del lucillo y con gran pompa se llevan oootra vez a las Casas Consistoriales burgalesas (Sala de los Jueces) donde son expuestos, ¡ojo!, con vistas a un posible traslado a la basílica de San Francisco el Grande (Madrid), si allí se construyese finalmente el Panteón de Hombres Ilustres del que se habla por la capital de España (cosa que no sucederá).
En 1833 comienza de nuevo la feria de los huesos. El príncipe Carlos Antonio de Hohenzollern devuelve a Burgos unos huesos tanto de don Rodrigo como de doña Jimena que fueron sustraídos durante la Guerra de la Independencia y regalados a éste por el príncipe Salm Dyck. Las tabas viajeras habían estado depositadas durante casi ochenta años en el Museo de Sigmaringen (Alemania) y ahora reposarían junto a todas las demás en las Casas Consistoriales.
Llegamos al ¿último capítulo? Es el rey Alfonso XIII quien propone la mudanza desde las Casas Consistoriales a una nueva ubicación: la catedral de Burgos. En 1921 con la presencia de representantes de todos los lugares vinculados a la figura del Campeador (Valencia, Cardeña, Vivar, Burgos…) se sitúan los restos mortales de Rodrigo Díaz y Jimena de Vivar en una cripta bajo el crucero de la catedral sellada con una losa de mármol agranatado en la que podemos ver los nombres en latín de los inhumados, fecha, texto laudatorio y unos versos del Poema del Mio Cid elegidos por Menéndez Pidal (estudioso entre los estudiosos del cantar de gesta y vida cidianas):
a todos alcança ondra
por el que en buen ora nació.
A todos los que somos amantes de sepulcros y tumbas espectaculares quizá nos pueda parecer un poco soso el último lugar de descanso del héroe y su esposa, pero no se dejen engañar. Lo que tienen justo encima de sus testas es, en mi opinión, una de las obras más bellas que existen sobre la faz de la tierra.
El maravillosísimo cimborrio de la catedral de Burgos que tantos quebraderos de cabeza les dio a sus constructores Juan de Colonia y años más tarde, tras su derrumbre, Juan de Vallejo. |
Sin contar conque detrás está el coro plateresco obra de Bigarny, y en el lado del Evangelio la Escalera Dorada -entrada al templo reservada a nobles y alta jerarquía eclesiástica- manufacturada por Gil de Siloé.
Por lo que a mí concierne respecto a narrarles a ustedes historias sobre lugar donde descansa el Cid Campeador, aquí mismo concluirían estas dos entregas cidianas. Aunque siendo ortodoxa con aquello del reposo eterno, podríamos seguir dándole carrete. En el anterior post les di unas pinceladas sobre el radio del brazo izquierdo que apareció pocos años después de ser enterrado en el crucero de la catedral burgalesa.
No les quiero aburrir más. Les diré que si desean ir a verlo (yo haré lo propio nada más pueda), está expuesto en el Arco de Santa María de Burgos. ¿Alguna vez he comentado por aquí que los huesos del Cid darían para un libro propio? 😉
Notas al margen_
En casa me dicen, no sin razón, que debería adjuntar a estos escritos la bibliografía que uso para confeccionarlos. Siempre que trato algún tema intento ir a los lugares de los que voy a escribir y aso al guía de turno con mil preguntas, tomo notas y fotografías de cualquier cartela, pero, obvio, eso no es suficiente. Los textos que escribo no pretenden ser concienzudas tesis doctorales, pero sí artículos contrastados. Gran parte de la documentación que uso la obtengo a través de internet, visitando bibliotecas en mis pocos ratos libres y consultando con los archivos que se presten a ello.
Intentaré actualizar los anteriores posts con la bibliografía que he utilizado. Mientras tanto tomen nota de la siguiente…
Bibliografía_
- ANDRÉS ORDAX, Salvador, Imagen y Memoria del Cid Campeador, notas de la exposición del autor en el Curso Internacional de Historia del Arte Hispano-portugués, Alcántara y Coimbra, 2009. Universidad de Valladolid (link).
- GÁRATE CÓRDOBA, José María, Las Huellas del Cid, Editorial Aldecoa, 1955 (link Google Books).
- GONZÁLEZ DE ROBA, José Luis, Dificultades para un descanso eterno: los huesos viajeros del Cid, Boletín de la Institución Fernán González, 1998 (link).
- IGLESIAS ROUCO, Lena S.; ZAPARAÍN YÁÑEZ, Mª José, El monasterio de San Pedro de Cardeña, centro dinamizador del desarrollo artístico burgalés en los primeros decenios del siglo XVIII. Aportación a su estudio, Boletín de la Institución Fernán González, 2000 (link).
- SMITH, Colin, prólogo a la edición del Poema del Mio Cid, colección Letras Hispánicas, Ediciones Cátedra, 2001.
- SPIEGEL, Régis, Dominique Vivant Denon et Benjamin Dix. Acteurs et témoins de l’épopée napoléonienne 1805-1812, Ed. L’Harmattan, 2000 (link Google Books).
- Blog El Cid Campeador (link).
- Web Aceros de España (link).
- Web El Camino del Cid (link).
- Web Monasterio San Pedro de Cardeña (link).
- Web Jaconde, Portail des Collections des musées de France (link).
- Web Ville de Chârteaurox (link).
- Wikipedia (link).
Después de haber dado por concluido mi estudio sobre las aventuras post mortem del Cid (aunque uno nunca deja de fijarse en aquello que un día fue motivo de estudio) me he encontrado con esta noticia. Pinchen aquí.
Aún no he tenido tiempo de verificarlo, pero después de haber leído un montón de documentos sobre los huesos de Rodrigo Díaz de Vivar no sé hasta qué punto darle credibilidad. Habrá que acercarse al Ministerio de Cultura a ver qué nos cuentan.
Saludos a todos los paseantes, lectores y comentaristas.
Cal.
En serio, fabuloso. No pensé que un personaje que descasaba en “paz” pudiera dar para tanto trasiego. Todos hemos oído las historias de huesos diversos, como los de Hitler o los del Santiago apóstol (muy discutidos y que han dado para algún que otro libro), pero no me esperaba esto del Cid, ¿no tuvo ya suficiente acción en su vida?, al parecer no.
extraña que nadie haya escrito ya un libro sobre el tema, he leído libros con menos gancho que “las andanzas del intranquilo cuerpo de Cid”, pero seguro que si esta aventura cae en manos de los estadunidenses tendremos otra película de zombis con el Cid como protagonista. Cal si tienes tiempo sería un buen comienzo literario.
Un saludo señorita Calamidad.
Pd: Incluir la bibliografía es todo un puntazo.
Ya ves, Helevort, menudo trasiego. De todas formas son muchos los nobles que paran menos de muertos que en vida. Los santos también ocupan un puesto privilegiado en eso de mover el esqueleto. Tendría que hacer un "especial huesos de santo" para las festividades de noviembre, ¿verdad? 😀
Libros al uso sobre las andanzas del Cid tras su muerte no hay (que yo sepa), pero sí que se pueden encontrar estudios y literatura gris al respecto (en la bibliografía hay uno, por ejemplo). Estaría curioso hacer una especie de CSI Burgos con los huesos del Campeador. Ji, ji, ji.
Saludos también para ti, Helevort.
C.