Hace unos meses nos levantábamos con la noticia de la muerte de Otto de Habsburgo-Lorena, el último descendiente que quedaba del último emperador de la Casa de los Habsburgo o lo que es lo mismo de los emperadores de Austria-HungríaPese a que tanto Hungría como Austria se declararon repúblicas tras la Primera Guerra Mundial y abolieron su monarquía, las exequias de Otto de Habsburgo se llevaron a cabo de la forma más tradicional, tal y como correspondería a un auténtico emperador aunque la historia haya corrido por distinta acera. No nos vamos a fijar aquí en si incumben o no tales honores a esta persona, ya que no es el fin último de este blog, pero sí en el ritual con el cual fue despedido de este mundo y acogido en el siguiente porque merece la pena. Pero primero de todo, un poquito de historia.

Antes de que el Convento de los Capuchinos fuera erigido para albergar en sus entrañas la Cripta Imperial de la Casa Habsburgo (siglos más tarde Habsburgo-Lorena), los emperadores y emperatrices austro-húngaros eran inhumados en diferentes lugares según sus preferencias. Fue el emperador Fernando III (que gobernó de 1637 a 1657) el que institucionalizó la cripta capuchina como hereditaria de la Casa Habsburgo. Vayamos algo más atrás en la historia. 

Detalle de uno de los ataúdes de bronce, concretamente el perteneciente a Eleanora, hija del emperador Fernando III, en la Cripta de Leopoldo. No fue un personaje especialmente importante en la corte vienesa, pero los detalles de su sarcófago me llamaron la atención en ese momento.


En 1599 los Capuchinos se establecieron en Viena, pero fueron a un convento de prestado por algunos años. Tiempo más tarde, en 1617, la joven emperatriz consorte Ana,  esposa de Matías I, escogió la zona del Nuevo Mercado, en pleno centro de Viena, para alzar allí un monasterio regido por estos padres capuchinos en el cual serían depositados los cuerpos de ella y su marido una vez fallecidos. El 15 de diciembre de 1618 murió Ana. Tres meses más tarde le seguía su marido el emperador. Ni el edificio ni la cripta estaban terminados… De hecho se pondrían las primeras piedras en el último trimestre de 1619 ya que la emperatriz Ana dejó en su testamento una herencia de 10.000 florines para fundar la iglesia y de 12.000 florines para la consecución de un altar y una capilla funeraria. Su intención era firme: quería reposar junto a su marido allí sí o sí. Hoy en día la capilla donde reposan los emperadores Ana y Matías se conoce con el nombre de Gründergruft o Cripta de los Fundadores. Sus cuerpos fueron confiados para su descanso eterno en 1633 y se esconden tras una preciosa celosía barroca que suele estar abierta.

Los sarcófagos de bronce de los fundadores reposan en una pequeña salita a la entrada de la cripta que casi podría pasar desapercibida por su minúsculo tamaño llamada Gründergruft.

Como ya he escrito algo más arriba, el sobrino de Matías I, Fernando III, estableció como necrópolis imperial a esta cripta capuchina y entonces comenzaron las obras de ampliación que no fueron terminadas antes de que este muriera. En fin, si yo hubiera sido monarca austro-húngaro, me daría mucho miedito plantearme cualquier tipo de ampliación en esta cripta, ¿no creen? La obra fue finalizada por su hijo y heredero Leopoldo I y de ahí su nombre: Leopoldgruft o Cripta de Leopoldo.

Sarcófagos bellamente decorados en la Cripta de Leopoldo. Les diré que no son los más espectaculares del recinto….

La cripta de Leopoldo se llenó en un periquete por gracia, o mejor dicho desgracia, de epidemias y partos difíciles así que en 1710 se promovió otra ampliación. En 1720, ya con el emperador Carlos VI, se comenzaron las obras de la Karlsgruft o Cripta de Carlos y en 1740 comenzaron en el ala oeste las obras de la Maria Theresiagruft (Cripta de María Teresa) que fueron echadas abajo en 1748 porque a la emperatriz le parecía pequeña. Claro que si nos detenemos ante la majestuosidad del sarcófago (un poquito más abajo tienen la foto) que comparte con su marido, no me extraña que cualquier cosa le pareciera diminuta.

Columbario en la Cripta de Leopoldo que, poco después de ser terminada, se quedó pequeña por la cantidad de muertes que se produjeron en un breve periodo de tiempo en la familia Habsburgo.

Vista general de las impresionantes urnas que se ubican dentro de la Cripta de Carlos, posiblemente los más espectaculares tras la de la propia emperatriz María Teresa y su esposo. Al fondo se puede vislumbrar, justo al lado de la actual entrada, el nicho que alberga el corazón de María Ana, hija de Leopoldo I, esposa de Juan V de Portugal. El resto de su cuerpo reposa en la cripta real de San Vicente de Fora (Lisboa, Portugal).

En 1753 bajo la supervisión de los arquitectos Jean Nicola de Ville-Issey y Nicolás de Pacassi (que también ampliaron los palacios de Schönbrunn y de Hofburg) construyen la Cripta de María Teresa. Josef Ignatz Mildorfer se encargaría del fresco que decora la bóveda de la cripta, con el tema «La visión del profeta Ezequiel», y Balthazar Ferndinand Moll sería contratado para tañer el precioso y gigante sarcófago doble de los emperadores María Teresa I y Francisco I, su esposo.

Debería de haber sacado algún turista despistado al lado de semejante bestialialidad broncínea para que ustedes, queridos lectores, se pudieran percatar de la magnitud colosal que es el sepulcro doble de María Teresa y Francisco. Ô_Ô En los frontales podemos ver esculpidas en relieve escenas importantes de la vida de los emperadores, como por ejemplo la coronación de María Teresa como emperatriz en la Catedral de Praga (a la izquierda) y también la coronación de la emperatriz pero en Bratislava (a la derecha).
Detalle de la tapa del sarcófago que alberga los restos de los emperadores Francisco y María Teresa, los más queridos por la población austriaca, mucho más que la emperatriz Isabel (más conocida por todos nosotros como Sisí).

En 1787 la cripta fue clausurada por José II (hijo y sucesor de María Teresa y Francisco), tabicando con ladrillo todas las entradas y ventanas, permitiendo solo el paso quitando una piedra que hacía las veces de puerta para posibles futuros entierros. En cualquier caso también prohibió las visitas a la misma. Su hermano y sucesor Leopoldo II la reabrió.

Las últimas obras que han acontecido en la Cripta de los Capuchinos vienesa se remontan a la cercana fecha de 2004 año en el que se instalaron el aire acondicionado y se abrió un nuevo y definitivo paso a la derecha de la iglesia. Pero de 1787 a esta última reforma en el presente siglo la cripta fue ampliada cuatro veces más con las criptas de Francisco, de Fernando o Toscana (ni una foto tengo de esta, ¿por qué? pues no les sabría explicar con exactitud porque es divina, pero…), de Francisco José y la Nueva Cripta.

Vista general de la Cripta de Francisco, con el sepulcro de Francisco I/II flanqueado por las cajas de sus cuatro esposas.

La Nueva Cripta.

En total, contando los dos recientes enterramientos de Otto de Habsburgo-Lorena y su mujer Regina de  Sajonia-Meiningen, son 148 personas las que allí reposan: 12 emperadores, 17 emperatrices, 116 archiduques y archiduquesas. Solamente una persona ajena al linaje de los Habsburgo, la condesa Carolina von Fusch-Mollardt, preceptora y dama de honor de la emperatriz María Teresa, también preceptora de muchos de sus hijos, fue inhumada al lado de ella por expreso deseo de la misma emperatriz. Cuando fui a la cripta no sabía esta historia (lo supe un día después, visitando el Palacio de Schönbrunn), así que la fotografía que aquí muestro del féretro pertenece al magnífico foro de Enterramientos Reales ¡no se lo pierdan!

La urna funeraria de la única persona que no perteneció a la familia Habsburgo: la condesa Carolina von Fusch-Mollardt.  Está situada justo detrás del sarcófago de los emperadores María Teresa y Francisco.
Cortesía del foro Enterramientos Reales.

Me podrán decir que la Historia es aburrida, ¡ja!, pero pienso que es como leerse el ¡Hola! de hace unos cuantos siglos. (No les he puesto enlaces en todos los nombres que aparecen en esta entrada porque habría sido una locura. Si quieren saber quién es quién dentro de los enterrados en la cripta, pinchen aquí. ) ;-D


Pero, si la historia de las monarquías les aburre soberanamente con tantos hijos de padres, madres, abuelos, tíos, tías y sobrinas, empecemos con el rito funerario de la Cripta de los Capuchinos, porque ríanse ustedes de los faraones del Antiguo Egipto… Por lo pronto les diré que únicamente dos de los enterrados están completos y sin embalsamar, ambos en la Nueva Cripta: Carlos de Lorena, obispo de Osnabrück, y Enriqueta de Nassau-Wielburg, la mujer del archiduque Carlos y única protestante del lugar.

Una vez fallecida la persona se procede al ceremonial de embalsamamiento en el cual se extraen los intestinos, el cerebro y los ojos que van a parar a una urna de cobre que se depositará en la Cripta de los Duques de la Catedral de San Esteban en Viena. El corazón, protegido en una urna de plata, suele ir a parar a la Cripta de los Corazones de los Habsburgo de San Agustín, también en Viena, aunque cierto es que el corazón puede ser depositado en el lugar que el finado haya expresado en vida.

El muerto (o lo que queda de él) reposará en un ataúd de madera decorado con terciopelo y detalles metálicos en función de su categoría monárquica. Los féretros de los monarcas y sus cónyuges son cubiertos con terciopelo negro y decorados con detalles en oro. Los archiduques y archiduquesas con terciopelo rojo y plata. Estas urnas, por decirlo de alguna manera, básicas son introducidas en un elaborado sarcófago que se ha ido diseñando en vida del fallecido normalmente.

Todos los sarcófagos tienen dos llaves. Una queda en posesión de los padres capuchinos y la otra quedaría en posesión de la familia real, pero ahora mismo se pueden ver todas las llaves de los ataúdes expuestas en la Capilla del Tesoro del palacio de Hofburg.

El cortejo funerario puede comenzar o bien en la capilla del Hofburg o bien en la catedral de San Esteban y se dirigirá siempre hacia las puertas del Convento de los Capuchinos. Es en las puertas de la iglesia donde el custodio del panteón imperial junto a los padres capuchinos y otros miembros espirituales esperan la procesión, que dejarán entrar en la iglesia decorada para la ocasión con los escudos de armas de la persona dispuesto sobre negro.

Antes del funeral propiamente dicho, mientras el ataúd está situado en un pedestal en el centro de la iglesia, el cuerpo se lleva a la luz para que los que le velan se cercioren que es de quien habla el maestro de ceremonias, vamos, como una especie de identificación del cadáver.

Unas semanas después el féretro de madera se sitúa dentro del sarcófago metálico en absoluto silencio y entonces se procede a la bajada a la cripta que también tiene su protocolo. Al llegar a la puerta de bajada de la cripta el maestro de ceremonias, normalmente el gran chambelán del monarca, la golpea con una especie de bastón. El custodio de la puerta pregunta «¿quién solicita entrar?» Es entonces cuando el maestro de ceremonias responde con el nombre del fallecido seguido de absolutamente todos los títulos -grandes y pequeños- del muerto.

La puerta permanece cerrada y el custodio contesta «no le conocemos». En este momento el maestro de ceremonias golpea una segunda vez y contesta a la pregunta del guardián de la puerta «¿quién solicita entrar?» con el nombre del finado y los títulos nobiliarios más importantes únicamente. Obtendrá la misma respuesta: «no le conocemos». Solo después de que el maestro de ceremonias responda a la tercera idéntica pregunta del custodio con el nombre del fallecido, sin apellidos ni títulos al que añadirá la coletilla «un pobre pecador», la puerta se abrirá y continuará el cortejo fúnebre hasta el lugar de reposo eterno.

Les dejo con alguna fotografía más de esta preciosa cripta y les invito a que la visiten en sus viajes a Viena. ¡Es espectacular!

Algunos sarcófagos dentro de la Cripta de Carlos.

Detalle del sarcófago de José I, diseñado por Lucas de Hildebrandt. En él se muestran las hazañas llevadas a cabo por el emperador en vida. El sarcófago está sujetado por cuatro calaveras adornadas con sendos yelmos. También podemos ver un par de ángeles, crucifijo y corona Imperial Germana situados encima de la tapa.
El sarcófago de la emperatriz Isabel Cristina es un aparatoso nido fabricado con estaño que se apoya en una base de mármol. El relieve que se puede ver desde el pasillo muestra el día de la boda de la emperatriz y el emperador Carlos VI en Barcelona. Sobre dos almohadones podemos ver la corona de Rodolfo II, la corona de Castilla y la corona de Hungría y Bohemia.
Ángeles sujetando el medallón con la efigie de Isabel Cristina, esposa del emperador Carlos VI.
Una de los cuatro genios con el semblante oculto que custodian las esquinas del sarcófago de Isabel Cristina. ¡Preciosos!
Vista general del sarcófago del emperador Carlos VI, justo en frente del de su emperatriz Isabel Cristina. La caja está ricamente decorada con el monograma del monarca bordeado de hojas de roble. En los frontales se pueden observar relieves de la Batalla de Zaragoza. Reposando sobre almohadones nos encontramos el sombrero de archiduque, cetro, espada, el Toisón de Oro, el Orbe y otros símbolos que aluden al poder del Sacro Imperio Romano Germánico.
Una plañidera y un niño sujetan el medallón con la talla del perfil del monarca.
Al emperador Carlos VI le custodian cuatro calaveras coronadas con la corona húngara de San Wenceslao (en la foto), la corona Imperial Germana, la corona del Sacro Imperio Romano Germánico y la corona de Castilla (básicamente por sus pretensiones a la corona del Reino de España en la Guerra de Sucesión que se desató en nuestro país tras la muerte sin herederos de Carlos II entre Francia y Austria y que ganó finalmente el país galo).
Algunos sarcófagos dentro de la Cripta de María Teresa.
Se puede observar en el fondo el sarcófago en bronce de María Josefa, princesa de Baviera y segunda esposa de José II. El monumento se nutre del estilo tardo rococó y está apoyado sobre una base de mármol. En él podemos ver los escudos de armas de la fallecida decorando los frontales y los laterales. Encima reposan la corona Imperial Germana, la corona Imperial de Hungría y Bohemia y la Cruz de la Orden de la Estrella. Una plañidera, que porta en una de sus manos un corazón ardiente, y un angelito sujetan el medallón con el busto esculpido de la princesa.

Detalle del sarcófago de María Teresa, hija de José II e Isabella de Parma (su primera y amadísima esposa), que murió repentinamente no habiendo cumplido los ocho años. Además de los símbolos de Hungría, Borgoña, Etruria, Austria y Lorena se puede observar que la figura yacente de la niña está rodeada de bouquets de flores. Su cabecita reposa sobre dos almohadas.

Sarcófagos dentro de la Cripta de Francisco José.
Tres son los féretros que nos encontramos en la Cripta de Francisco José. De izquierda a derecha: la emperatriz Isabel (Sisí), su esposo el emperador Francisco José I y el príncipe heredero Rodolfo.

Sin lugar a dudas la leyenda de Sisí Emperatriz vive aún ardientemente en el corazón de los visitantes de la Cripta de los Capuchinos ya que su ataúd y el de su hijo y heredero Rodolfo son los más recompensados con flores y notas de agradecimiento. Los húngaros siguen adorando a la que consideran su reina.

13 comentarios

  1. Dios mío que preciosidad de cripta. La teníamos pendiente, pero ahora ya me tienes buscando vuelos para ir a verla. Fantástica entrada, muy bien documentada y, ni que decir tiene, ¡unas fotos preciosas!
    Enhorabuena una vez más.

  2. Mujer, yo siempre intento darle teatralidad al asunto porque sino, uff. Pero a cuenta de esto pierdo rigor periodístico, cosa que tú no. 😉 Mira que he tratado de aligerar lo máximo posible esta entrada, pero, chica, no había manera. ¡Son 148 muertos con ataúdes a cada cual más espectacular, guau!

    Gracias por los piropos, Marina. No les merezco. Un besazo.

  3. Excelente entrada. He tardado en leerla por aquello de que eran muchos muertos y me daba cosa, pero me ha encantado. Además has conseguido que algo tan sujeto a protocolos y tradiciones como son los enterramientos reales sea ligero de pasar.

    Respecto a lo del rigor periodístico, creo que quien busque eso debe leerse una crónica de cada entierro en los diarios de la época.

    Un abrazo.

  4. ¡Gracias, Ksawary! He intentado que no fuera un auténtico ladrillo, aunque era complicadísimo. :-$

    No me he leído todos los funerales porque entonces no habría escrito la entrada jamás, ¡madre mía, que son 148 finados! Pero todo es ponerse y hacerse un libro sobre la cripta. Ja, ja, ja. Sería curioso.

    Besotes.
    Cal.

  5. Hola, la primero felicidades por este gran post. Tanto por su longitud, que es la parte menos impórtate y viendo la lista de nombres el resumen es digno de elogios; como por el contenido.
    Es una desgracia, acabas de ampliar mi lista de cosas que deseo hacer antes de morir, y creo que tendré que hacerle sitio eliminando alguna que ya estaban apuntadas hace tiempo. Pero es un gran placer conocer sitios tan bellos, con tan entretenidos relatos.

  6. ¡Bienvenido, Helevort!
    Viena bien merece una visita, aunque sea chiquitina, de tres o cuatro días. Es una ciudad adorable y sobre todo tiene algo -a parte de los Capuchinos, de la Secesion, del Belvedere, Schönbrunn y Hofburg, Palacio de la Ópera, etcétera- y es ¡la tarta Sacher! Oh, dios mío, morir antes de probar una Sacher en el Hotel Sacher, en pleno centro de Viena es un pecado. Eso sí que sí es gloria divina.

    Apunta pues el lugar, pero no deseches otros. Todos tienen su magia. Aunque con la edad que tengo pensaba haber visitado muchos más lugares en la vida, he de decir que no descarto visitar ninguno de los que quiero.

    Saludos, Helevort.
    Cal.

  7. No me merezco tanto elogio, Al, pero bienvenido sea, que a nadie le amarga un dulce. 😀

    Mis posts son más bien una pequeña broma sobre cómo nos tomamos la muerte. Intento contrastar las informaciones, dar el mayor sentido a todo lo que escribo, pero desde luego no son un sesudo estudio "artístico-histórico-científico". Ayer encontré entre mis libros (siempre se acude tanto a internet cuando enlas estanterías de nuestras casas aún hay tanta información, ay) apreciaciones sobre la tumba de Julio II que no incluí en el post escrito al respecto y me llevé un pequeño disgusto. En fin, poco a poco, esto es un trabajo en el que nunca dejas de descubrir los entresijos de los acontecimientos que rodean a las personas de las que hablas. 😉

    Te decía en el anterior comentario que prepararé un post musical, pero también estoy preparando otros dos que sé os gustaran en Enterramientos Reales. Estoooo, la dirección que me has puesto del foro es la misma a la que siempre acudo… en forosgratis… Voy a pasarme por el foro a ver qué se cuece.

    Un besazo y sobre todo gracias a ti y a tus foreros. 😀
    Cal.

  8. mi tia se llama elizabeth pero le decimos sysy y nadien la conoce por su nombre si no por sysy de echo ella dice que siente cierta afinidad con la emperatriz elizabeth su nombre la unica diferncia es que mi tia es mexicana y la emperatriz es de otra nacionalidd

  9. Hola, Anónimo. Supongo que todos nos sentimos un poco identificados con aquellos personajes históricos que se llaman como nosotros. Por suerte o por fortuna ninguno hay que comparta nombre de pila (y menos nick) conmigo.

    Si os acercáis por Europa, concretamente por Austria, seguro que os gustará conocer la verdadera historia de Elisabeth. Difiere un poco (o bastante) con las historias que vemos en las películas de Romy Schneider.

    Un saludo desde España.
    Cal.

  10. Visité la cripta hace unos años y la verdad que impresiona un montón. Además, fui a una hora que no había nadie y a cada ruido, el corazón me daba un vuelco. Realmente es un sitio muy especial. Felicidades por tu blog, es muy interesante!

    1. ¡Muchas gracias, Anónimo! Cuando llegué a Viena desconocía por completo la existencia de dicha cripta y que fuese tan espectacular. Así que cuando me invitaron a entrar, me quedé ojoplática con semejante barbaridad de lugar.

      Gracias por tu comentario y por el piropo hacia mi blog. A ver si lo actualizo pronto, que esta casa está un pelín abandonada.

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